PRÓLOGO DEL LIBRO 70 HAIKUS Y
SENRYÛ DE MUJER
Edi. por Poesía Hiperión .
Traducción V. Haya
Tres mujeres japonesas del siglo XX, muy diferentes entre
sí, y con tres distintas propuestas estéticas en su haiku merecían compartir
una antología. Hemos seguido un orden de presentación según su mayor o menor
celebridad y según la importancia de sus publicaciones.
En primer lugar, la novedad que supone Masajo es sin duda
el incorporar el tema amoroso-sexual. Por supuesto que cuando Masajo escribe
haikus más tradicionales logra muchas veces una gran belleza, y en esta
antología hemos recogido alguno de sus haikus más impecables:
Fuyu no yo no kagami ni utsuru
mono ni ware
Noche de
invierno.
Cosas que se
reflejan
en el espejo:
yo”
Onna hitori mezamete nozoku
hotaru kago
Una mujer
sola.
Se despierta y
mira
la caja de las
luciérnagas
Pero la novedad de su obra reside en la no aceptación del
apartheid del tema del amor en el haiku. Cuando le preguntaban si era
consciente de la fuerte conmoción que su poesía producía en el mundo del haiku,
al tener la misma forma métrica que el haiku pero hablar de amor, contestaba:
“No pienso verme involucrada en un doble suicidio con el haiku (matarlo
a él mientras él me mata a mí). Si tengo que elegir entre el haiku y el amor,
tiraré el haiku”
Kamegaya Chie es una japonesa emigrante en Canadá y su
haiku está fuertemente contagiado de la modernidad poética occidental y
patetismo. Sorprende, por ejemplo, la introducción de la temática del cáncer:
Oi ware no shinkei nibuku gan to shiru
Tan vieja estoy…
Ni me inmuté al saber
que tengo cáncer
o la distorsión ocasional de la forma poética:
Sayamame no yubi ni tsumetaki
asa o tsumu
Cosechando la soja
con mis dedos, recogiendo
la frialdad de la mañana
Por último, está el haiku seco y difícil de Nishiguchi
Sachiko, para paladares exigentes. El haiku de Nishiguchi es Japón en estado
puro: ausencia total de pretensión. A los amantes del haiku habrá que
advertirles que el “sabor de haiku” (haimi) que buscan no es el corazón
de Issa ni la contundencia de Bashô sino la sencillez de cada uno de los
instantes que conforman nuestra vida, eso que tan magistramente reflejan los
haikus de Nishiguchi. O más todavía, como si hubieran sido escrito por un Buson
que tuviera la absoluta certeza de que iba a ser olvidado por la historia y así
y todo siguiera escribiendo. Como si fuera una especie de Shiki que ignora qué
clase de desafío está constituyendo su poética. Lo que más me impresiona de
Nishiguchi es cómo no discrimina lo bello de lo feo, lo vulgar de lo
maravilloso, cómo puede hablar lo mismo de bosques, que de aspirinas, de hojas
caídas, bomberos, pintores, cascada, béisbol, peregrino, mar, triciclo…
Akihenro koinraundry no jun o matsu
Un peregrino en otoño
hace cola
en la lavandería
Sakuganki fui-ni taka naru murashigure
Crece de pronto
el ruido de la perforadora.
Chubasco en la aldea
Diferencias entre haiku y senryû
El senryû tiene el mismo metro que el haiku clásico (5-7-5) y ciertos
elementos que pueden coincidir con el haiku erótico y con el cómico, pues su
temática es precisamente lo sarcástico, lo ingenioso, lo crítico, lo obsceno.
Pero el senryû no es haiku porque
carece de elegancia, de profundidad, de naturalidad, de falta de
intencionalidad, de objetividad…, en definitiva, de todo lo que constituye el
“sabor de haiku” (haimi). No es sólo
que no tenga “palabra estacional” (kigo),
referencia a la estación del año, porque a veces un poema tiene kigo y sigue sin ser haiku, y en
ocasiones un haiku no tiene kigo y no por eso deja de ser haiku (es el
caso de los mu-kigo haiku).
En esta antología de tres
mujeres japonesas del siglo XX encontramos no sólo haikus, sino algunos
senryus. Particularmente, dentro de la obra de Suzuki Masajo. Entre ellos, este:
Nyotai hiyu shiireshi uo no sore yori mo
Cuerpo frío de mujer.
Más incluso que el del pescado
que acababa de comprar
En realidad, a Suzuki Masajo no
parecía importarle demasiado si lo que en ocasiones escribía eran senryus,
haikus o cualquier otra cosa.
Masajo quiere hablar de lo que
le importa, de ella misma y sus sentimientos: una anciana que ha tenido muchos
amantes y que en la vejez siente su cuerpo frío incapaz ya de despertar a la
vida del sexo y el amor. Necesita hablar de ello y lo hace, simplemente.
Un senryû más –senryû extraño, espeluznante- de
Shûchiku:
Efumi shite nembutsu môsu omina kana
¡Una vieja pisoteando
una pintura de
Cristo
Este
poema no tiene «sabor de haiku» (haimi), aunque tenga su metro. Es una
escena del mundo, de acuerdo, pero carece de la mínima armonía. Estamos ante un
senryû:
una estrofa de metro 5-7-5 que responde como el haiku a algo que ha ocurrido en
presencia del poeta pero con un tono diferente -satírico, obsceno, crítico- y
con una diferente temática –lo sexual, lo ridículo, lo absurdo…, normalmente,
del mundo humano-.
Una
vieja dando saltos sobre un cuadro de Cristo ni siquiera parece una escena de
la vida japonesa... No parece una escena de la vida japonesa y sin embargo
lo fue durante siglos (desde 1628
a 1857): el acto inquisidor por el que las autoridades,
en persecución de japoneses convertidos al Cristianismo, hacían pisotear al
sospechoso un cuadro de Cristo. En el caso que recoge Shûchiku, la anciana no
sólo se conforma con pisotearlo tal como se le ha pedido sino que al mismo
tiempo da prueba de ser una buena budista recitando el Nembutsu.
Otro
caso similar sería ese senryû que dice:
Susamaji ya onna no megane toshi no kure
¡Qué espanto!
Acabando el año
Es
muy dudoso que pueda entrar en la clasificación de “haiku” algo con tan mal
gusto –ni siquiera un mal gusto transgresor e intencionado, en realidad pura
ideología machista proyectada sobre el haiku.
Un último senryû, esta vez de
Matsumoto Kyoko:
Chichi yoeba ebi no katachi ni sukitôru
Cuando papá se emborracha,
toma la forma de una gamba
y se vuelve transparente[iii]
Podría establecerse un cambio de opiniones sobre si
éste que acabamos de citar es un haiku cómico porque tiene ebi (gamba) como “palabra estacional”. Pero, si se
diera una discusión así, nuestro posicionamiento sería claro: este haiku no nos
dice nada de la naturaleza de las gambas. Nos habla de un viejo borrachín que a
los ojos de su hija -cuando está bebido- su voz se aclara y su misma figura
adopta la forma de una gamba. Es evidente la naturaleza intrascendente y la
intención frívola que alienta este senryû
de Matsumoto Kyoko.
¿Cuáles de los poemas de Masajo
que presentamos serían senryû? Aparte del ya citado número 19 (Nyotai hiyu shiireshi uo no sore yori mo), nos inclinamos a
considerar senryû los poemas 10. Ume aoshi onna no moteru
warudakumi (El verde
ciruelo y una mujer tentada por un plan perverso), 12 Karisome no otto no zabuton hanagumori (Un cojín para el esposo que he
tomado prestado. Cielo nublado), 17. Bîru
kumu dakaruru koto no naki hito to (Sirvo una cerveza a un hombre
–o a unos hombres- que no puedo abrazar).
Luego
están muchos otros que más que probablemente sean senryus (11. Kareshiba
no ki mo me ni itashi somukitari, 13. Hito wa
nusumedo mono wa nusumazu sudare maku, 14. Shiratama
ya aisu hito ni mo uso tsuite, 15. Hakutô ni
hito sasu gotoku ha o irete, 16. Somukishi tsuma no haka tannen ni arai keri). Y, finalmente, hay
algunos que esperan el dictamen final de la sociedad japonesa. Me refiero a
aquellos haikus en los que el erotismo, la temática de la infidelidad o la
culpabilidad están ausentes, y sólo se habla de amor. Por ejemplo, 9. Shinôka to sasayakareshi wa
hotaru no yo (traducible por “¿Nos matamos por amor? Me susurró
al oído una noche de luciérnagas) o 8. Waga koi
ya akikaze wataru naka ni ari (Sopla el
viento de otoño, mi amor va dentro).